Así de majestuosa lucía nuestra Madre y
Sra de la
Misericordia en el día de su advocación, sin duda elegante y sencilla, con una alegría contenida en sus ojos por verse rodeada de fieles en una celebración donde fue junto al Sagrado Corazón de María la protagonista de nuestra historia
... su dedo, señala a la luna, y esa luna, es el Señor.
con estas bellas palabras, concluía D. Lorenzo
Trujillo su
homilía, en la que nos ha acercado si cabe, un poquito más a la figura de una María, mucho más cercana, como modelo, guía y ejemplo, Pilar donde apoyarnos en la
difícil tarea de la fe.
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